sábado, 27 de marzo de 2010

Enseñanzas de Jesús sobre sí mismo.


Para poner fe en Jesús y en sus enseñanzas, antes tenemos que conocerlo bien. Debemos saber quién era, de dónde vino y cuál era su propósito en la vida. En los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan encontramos la respuesta a todas estas cuestiones y, lo que es más, de boca del propio Jesús.
Su existencia antes de nacer en la Tierra. En cierta ocasión, Jesús dijo: "Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido" (Juan 8:58). Si nació unos dos mil años después que Abrahán, ¿cómo es posible que existiera antes que este fiel patriarca? "Porque-explicó él-he bajado del cielo" (Juan 6:38)
El Hijo de Dios. Aunque Jehová tiene muchos hijos angélicos, Jesús es diferente del resto. Él mismo se describió como el "Hijo unigénito de Dios" (Juan 3:18). Es el hijo unigénito porque es el único que fue creado directamente por Dios. Todo lo demás fue creado a través de Jesús. (Colosenses 1:16)
"El Hijo del hombre". Esta fue la expresión que más utilizó para referirse a sí mismo (Mateo 8:20). Así aclaró que era un ser humano en toda regla, y no un ángel materializado, ni una encarnación de Dios o cualquier otro ser espiritual. Mediante el espíritu santo, Dios transfirió la vida de su Hijo a la matriz de una virgen de nombre María. Jesús pasó de vivir en los cielos a nacer en la Tierra como un ser humano perfecto, es decir, sin pecado (Mateo 1:18; Lucas 1:35; Juan 8:46).
El Mesías prometido. Cuando cierta mujer samaritana le dijo: "Yo sé que el Mesías viene", Jesús le contesto: "Yo, el que habla contigo, soy ese" (Juan 4:25, 26). Los términos mesías y cristo significan lo mismo: "el ungido". En otras palabras, Jesús fue el elegido de Dios para desempeñar una importante función en el cumplimiento de las promesas divinas.
Su principal comisión. Él mismo explicó cuál era: "tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado" (Lucas 4:43). Aunque es cierto que realizó muchas buenas obras, lo más importante para él era anunciar el Reino de Dios.

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